Tras 14 años de enfrentamientos, Bashar al-Assad pierde el control de Siria, terminando con casi cinco décadas de dominio familiar. La pérdida de apoyo de antiguos aliados como los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, que ahora respaldan a la oposición, ha sido un factor decisivo. La creciente influencia iraní en Siria ha motivado este cambio de lealtades en la región, alterando el equilibrio de poder.
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