Nigel Owens critica el ensayo de tarjeta roja de 20 minutos y exige tolerancia cero en el rugby

El polémico experimento de la tarjeta roja de 20 minutos divide al rugby
La llegada de la tarjeta roja de 20 minutos al rugby de élite ha encendido el debate. La medida, impulsada por World Rugby y con estreno fijado para el 1 de agosto en competiciones internacionales, permite que un jugador expulsado por ciertas infracciones sea reemplazado tras solo 20 minutos fuera del campo. Para el exárbitro galés Nigel Owens, esta decisión no solo es ineficaz sino potencialmente peligrosa.
Owens, todo un referente con partidos mundialistas a sus espaldas, no ha escondido su indignación. Para él, esta medida no ataca el verdadero problema: la reducción de las acciones temerarias y los contactos peligrosos en la cancha. Al permitir que el equipo recupere a un jugador tan rápido, teme que el rugby se deslice hacia una peligrosa normalización de los placajes altos y las entradas imprudentes, poniendo en riesgo la seguridad de los participantes.
El galés defiende la necesidad de dejar mucho más claro qué tipo de acciones merecen la expulsión inmediata y definitiva. Considera que no todos los contactos accidentales deberían desembocar en una tarjeta roja, sobre todo cuando no hay ni mala fe ni temeridad. Sin embargo, cuando un jugador ejecuta un placaje alto o usa el hombro de forma intencionada contra la cabeza de un rival, Owens exige que se aplique la máxima severidad: tarjeta roja sin opción de sustitución. Según él, solo así los jugadores pensarán dos veces antes de lanzarse de forma imprudente.

Casos recientes y el debate sobre la seguridad
Su postura encuentra eco en casos recientes, como el de Sam Underhill. El jugador inglés protagonizó en la final de la Challenge Cup una acción de placaje alto —un golpe cabeza contra cabeza— que inicialmente solo le costó una amarilla, aunque luego la sanción se elevó a cuatro partidos de castigo. Owens utiliza este ejemplo para remarcar que acciones de ese calibre deberían implicar la expulsión directa y sin matices. Según el exárbitro, el hecho de que aún se produzcan estos comportamientos demuestra que ni siquiera el aumento en las tarjetas rojas ha logrado frenar la tendencia.
Otro punto crítico que Owens señala es el riesgo de arbitrajes inconsistentes. La aplicación del nuevo ensayo podría llevar a diferencias de criterio incluso entre colegiados experimentados, lo que crearía incertidumbre tanto para los equipos como para los aficionados. Además, critica la influencia de las competiciones del hemisferio sur, como SANZAAR, en impulsar este tipo de cambios pese a las dudas sobre su efectividad para mejorar la seguridad.
El galés es tajante: si se quiere proteger de verdad la integridad de los jugadores, la tolerancia debe ser cero frente a placajes peligrosos y actitudes violentas. Para Owens, flexibilizar las sanciones a través de la tarjeta roja de 20 minutos es, en realidad, una medida equívoca que responde más al miedo a desbalancear los partidos que a una auténtica preocupación por la salud de los protagonistas. El debate sigue abierto, pero su voz representa a quienes priorizan la seguridad ante cualquier otra consideración.